Las actuales tecnologías del frío siguen siendo altamente demandantes de energía basada en combustibles fósiles y todavía tienen altos niveles de fugas de gases HCFC, por no hablar del mercado negro de gases de alto potencial de calentamiento atmosférico (PCA). Por ello, el informe La urgencia de la refrigeración: pronosticar el tamaño y la fuente de la demanda (The Cooling Imperative: Forecasting the size and source of future cooling demand), realizado por la Unidad de Inteligencia de The Economist (EIU) a demanda del Programa de Eficiencia de Enfriamiento de Kigali (K-CEP), considera imperativo hacer una estimación lo más certera posible del crecimiento de este mercado para calcular su impacto futuro en el clima.
El mercado de refrigeración y aire acondicionado se describe en este informe como "sustancial" y ya es más grande que el de paneles solares fotovoltaicos, turbinas eólicas y baterías de litio. Además, es una tendencia en rápido crecimiento, impulsada por el cambio climático, la urbanización y el crecimiento de los ingresos especialmente en países en vías de desarrollo. Aunque la crisis de la pandemia Covid-19 podría modificar las estimaciones, el informe apunta a que podrían venderse 4.800 millones de nuevas unidades de aire acondicionado y refrigeración en todo el mundo entre 2019 y 2030 y que las ventas anuales alcanzarán los 460 millones de unidades, frente a los 336 millones de unidades vendidas en 2018. Esto podría significar que el valor total de mercado podría alcanzar casi los EE. UU. $ 170 mil millones en 2030, frente a $ 135 mil millones en 2018, según el informe. Si bien China impulsará la demanda, el ritmo de crecimiento será más rápido en lugares como India e Indonesia.
Estas cifras, aseguran los autores del documento, deben hacer reflexionar a los responsables políticos, las empresas y las personas para hacer una transición más rápida hacia modelos más eficientes y respetuosos con el clima que nos permitan seguir avanzando en los beneficios “críticos y diversos” del frío, como la reducción del desperdicio de alimentos; las vacunas y medicamentos; la mejora del aprendizaje de los niños y la productividad de los empleados; y la reducción de las desigualdades sistémicas.